El ser humano siempre ha soñado con el
espacio. Ya los antiguos griegos en sus leyendas daban explicación a
las constelaciones. Más adelante, cuando el hombre ya descubrió
todo los descubrible en la tierra (o eso creemos), se empezó a
interesar por ir al espacio. Obviamente siempre le quedó la duda de
que si aquí había alguien, fuera también.
Por miedo, incompresión, o sabe dios
que, siempre se narraban como horribles monstruos de extrañas formas.
El cine como reflejo de la imaginación humana no se quedó atrás y
ya durante la década de los 50 - 60 surgió una serie de película
de ciencia ficción, en su práctica mayoria de serie B, en la que no
solo se mostraba ese miedo a los desconocido, sinó también el miedo
a la guerra fría. Claros ejemplos serían “La invasión de los
ladrones de cuerpos” o “La cosa del espacio exterior” (No
confundir con la obra homónima de John Carpenter).
En estás películas todos los
extraterrestres eran horribles monstruos con tentáculos, o cabezas
deformes, con conocimientos atómicos y que no tenían otra idea que
venir a colonizar la tierra. Posiblemente esto no fuera más que la
idea que teníamos de lo que haríamos nosotros (“Piensa el ladrón
que todos son de su condición”)
No fue hasta bien entrado la década de
los 70 y con un jovencísimo director (Por aquel entonces) en que se
nos presentaba a los extraterrestres como seres pacíficos que lo
único que querían era aprender, y que en muchos casos, solo estaban
de paso.
Este director era Steven Spielberg, que
asombró a propios y extraños con su nueva visión de los
alienigenas. En “Encuentros en la tercera fase” (1977) los
hombrecillos del espacio exterior se comunicaban mediante música y
luces. Su objetivo no era otro que aprender.
Años más tarde (En 1982), y visto el
éxito, Spielberg explotó la idea de un alienigena amistoso con un
éxito más rotundo y que a día de hoy no solo forma parte de la
historia del cine, sino de la historia de muchos de nosotros. Con
E.T., el director nos aporta una nueva visión en la que los malos no
son otros que los humanos que persiguen e incluso tratan de realizar
una autopsia a un extraterreste con asombrosos poderes (curación,
telepatía, …), si bien el director se centra única y
exclusivamente en la relación del extraterrestre y el chico que lo
cuida.
En los años venideros algunos otros
directores intentaron explotar con más o menos éxito, como por
ejemplo John Carpenter con Starman en 1984, The abbyss de James
Cameron en 1989, “El quinto elemento” de Jean-Luc Besson en 1997.
Pero excepto estas películas, lo cierto es que a los humanos nos
encanta ver horribles y repugnantes extraterrestres, que se las hacen
pasar canutas a los protagonistas, pero terminan recibiendo su
medicina. Como bien demostró Ridley Scott con Alien el octavo
pasajero (1979), donde supo conjugar terror, suspense y ciencia
ficción, o años más tarde Aliens de James Cameron (1986) en la que
combinó acción y ciencia ficción soberbiamente, Independence Day
(1996), Stargate(1994), de Roland Emmerich ambas; e innumerables
películas de mejores o peores resultados
Como última referencia a un
extraterrestre amistoso y con misión pacífica, habría que añadir
algo de producto nacional, ….. Sip, el cine español aportó su
granito de arena. La película era “El caballero del dragón”
(1985) de Fernando Colomo y el extraterrestre en cuestión era un
joven Miguel Bosé (Sí, habeis leído bien)